Liderazgo

Créditos: Georgina Coupe

Liderazgo

EDUCACIÓN, GÉNERO Y PARTICIPACIÓN

La educación puede ayudar a las niñas y niños a obtener las competencias que necesitan para participar activamente en la sociedad y desempeñar papeles de dirección en la vida pública

La educación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida pueden contribuir al desarrollo de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos, con empoderamiento, capacidad crítica, lucidez y competencia que les permitan participar activamente en y dirigir los procesos de transformación social, de comportamientos y del medio ambiente, a nivel individual y colectivo, que promuevan el desarrollo sostenible.

LA IGUALDAD DE GÉNERO EN EL LIDERAZGO Y LA TOMA DE DECISIONES

La presencia adecuada y equitativa de mujeres y hombres en las esferas de liderazgo y toma de decisiones relativas a la definición de políticas y procesos a escala mundial, nacional y local contribuye considerablemente a fomentar la igualdad de género en la sociedad. Resulta esencial en sí misma para conseguir la igualdad de género en términos de igualdad de oportunidades, como se señala explícitamente en la meta 5.5 del ODS 5 sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.

También genera una mayor comprensión de las distintas necesidades y situaciones de hombres y mujeres y, por tanto, puede dar lugar más fácilmente a los cambios que requieren dichas necesidades (Brody, 2009; O’Neill y Domingo, 2016). Desafortunadamente, es notoria la desigualdad de género en la gobernanza pública, lo que refleja y refuerza las normas existentes sobre participación de la mujer en la vida política y económica. La limitada participación de las mujeres en las estructuras de gobierno en las que se deciden cuestiones políticas esenciales y la distribución de los recursos a menudo tienen efectos negativos sobre las oportunidades de las mujeres en los ámbitos político, económico y social.

Los hombres siguen controlando las posiciones de autoridad

En todo el mundo los hombres siguen controlando las posiciones de liderazgo y de toma de decisiones en la vida política, económica y pública (Figura 18). Solo el 20% de los miembros de órganos legislativos, ya sean unicamerales o no, el 19% de los jefes de Estado o de gobierno y el 18% de los ministros son mujeres. De los 43 países de los que se dispone de datos, en todos ellos las mujeres ocupan menos del 25% de los puestos de las juntas directivas de empresas privadas, excepto en Finlandia, Noruega y Suecia. El porcentaje se sitúa por debajo del 2% en ocho países de Asia Oriental y Occidental (Naciones Unidas, 2015b). Asimismo, las mujeres están ausentes en los procesos de toma de decisiones en la mayoría de las culturas, organizaciones sociales e instituciones internacionales, en las familias y en las religiones principales (Domingo et al., 2015).

En los últimos años, ha mejorado la representación política de las mujeres. Los datos más recientes indican que se han elegido más mujeres que nunca en los parlamentos nacionales, de forma que el promedio mundial ha ido aumentando y se sitúa en el 22,7% el 1 de junio del 2016, lejos de los objetivos de igualdad, pero por encima del 13,8% del año 2000 (Unión Interparlamentaria, 2016).

Las mujeres constituyen el 20% de los órganos legislativos y son el 19% de los jefes de Estado o de gobierno y el 18% de los ministros Click to Tweet

La reglamentación formal de la representación de las mujeres en los órganos de gobierno local, como el programa de reserva de puestos en la India y la legislación sobre representación municipal en Sudáfrica, contribuye a aumentar la visibilidad de las mujeres (Deininger et al., 2011). Sin embargo, no está claro el efecto que pueda tener en las dinámicas que subyacen al poder (Beall, 2010). Además, la representación no se traduce automáticamente en autoridad, influencia o autonomías reales (O’Neill y Domingo, 2016), a veces debido más a los prejuicios de género que a la capacidad real de las mujeres.

Aún cuando son elegidas para un puesto ministerial, a las mujeres se les asignan carteras “asistenciales”, como la educación, la sanidad, el género y la cultura, en lugar de carteras consideradas más influyentes, como finanzas o defensa (Krook y O’Brien, 2012).

Figura 18

La educación es esencial, pero no basta para facilitar la participación de la mujer en puestos de dirección 

Ya sea en la sociedad civil o en la administración pública, en las instancias internacionales o en las nacionales, las oportunidades de educación y aprendizaje a lo largo de la vida brindan a las mujeres las competencias necesarias para alcanzar puestos de dirección. La educación primaria puede aportar a las mujeres competencias básicas de lectura y escritura y puede ayudarles a reafirmar su confianza y su capacidad de comunicación.

Frecuentemente, a las mujeres se les requiere mayor educación, formación profesional, técnica y jurídica para ser creíbles e influyentes y capaces de ejercer un liderazgo de alto nivel y tomar decisiones importantes (O’Neil y Domingo, 2016; Sperling y Withrop, 2015). Un estudio realizado sobre mujeres líderes en distintos niveles de gobierno en ocho países, entre los cuales se encuentran Brasil, Egipto, Ghana y Palestina, encontró que aquellas mujeres que tenían mayor nivel de educación ocupaban puestos más destacados en el gobierno (Tadros, 2014). No obstante, aumentar los logros educativos de las mujeres no necesariamente garantiza una mayor igualdad de género en cuanto a participación política.

En Malasia ha crecido la matrícula de mujeres, especialmente en la enseñanza terciaria, pero la participación de la mujer en la vida política se ha mantenido estable en los 10 últimos años (Salleh, 2012; Banco Mundial, 2015). En algunos países con tasas de matrícula de niñas y mujeres históricamente elevadas, como el Reino Unido y los Estados Unidos, hay menos mujeres en puestos de alto rango en la vida política que en algunos países en los que hay menos niñas inscritas en la escuela (Banco Mundial, 2011).

Sin embargo, alcanzar niveles altos de educación, especialmente más allá de la enseñanza secundaria, ayuda a mejorar los conocimientos y las competencias adecuadas para optar a puestos de dirección y a desarrollar actitudes favorables a la igualdad de género. La escuela también puede brindar a los jóvenes oportunidades valiosas para desempeñar de forma activa puestos de dirección, como sucede con los clubes de chicas y chicos y los consejos escolares (Lloyd, 2013; Sperling y Winthrop, 2015). Iniciativas no formales pueden proporcionar oportunidades similares (Recuadro 3).

Una mayor igualdad de género en liderazgo y toma de decisiones en las instituciones públicas deben ser activamente demostradas. Cuando los líderes en la India son mujeres, mejoran las aspiraciones de las niñas y su avance educativo. En los 16 estados más poblados de la India, un aumento del 10% en el número de mujeres que intervienen en la vida política de los distritos daría lugar a un incremento de casi un 6% en la probabilidad de que se complete la enseñanza primaria, con un impacto mayor en la educación de las niñas (Burchi, 2013).

Recuadro 3

Potenciar a dirigentes jóvenes que promuevan la igualdad de género a través de la educación no formal

La educación no formal puede ofrecer a los jóvenes oportunidades de desarrollar habilidades de liderazgo para promover la igualdad de género entre sus pares, en sus comunidades y a lo largo de sus vidas.

El Programa de Acción en favor de las Adolescentes (2013-2017) presta apoyo a intervenciones en 12 países, entre ellos Etiopía, Guatemala, la India, Níger, Yemen y Zambia, con el fin de establecer redes de mujeres jóvenes que lideren y formen a otras mujeres jóvenes y niñas mayores a convertirse en líderes en sus comunidades y ejecutar programas destinados a adolescentes más jóvenes. El programa proporciona educación sexual y de salud reproductiva, así como competencias para la vida cotidiana, que se combinan con actividades de movilización y promoción de las comunidades, destinadas a fomentar los derechos de las niñas.

En dos proyectos, “Alianza de Poder para Liderar” e “Innovación a través de los deportes: Promoviendo Líderes, Empoderando a los jóvenes”, participaron 196.000 niñas y 136.000 niños, de 10 a 14 años de edad, en ocho países: Bangladesh, Egipto, Honduras, la India, Kenya, Malawi, la República Unida de Tanzania y Yemen. Se iniciaron en el 2008 y se centraron en las niñas, aunque incorporaron también a niños, con el fin de modificar los comportamientos y actitudes de género y fomentar en los participantes la igualdad de género y los derechos de las niñas. Los participantes adquirieron competencias de liderazgo, incluidas las de toma de decisiones y de confianza en sí mismos, a través de su presencia activa en los grupos de las comunidades y de actividades deportivas, teatrales y medioambientales. En las evaluaciones finales se hizo constar que la mayoría de los participantes habían mejorado su valoración de la igualdad de derechos y mostraban actitudes más positivas hacia las responsabilidades y las normas sociales relativas al género.

En marzo de 2016, en la 60ª reunión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrada en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, tuvo lugar por primera vez un foro sobre la juventud en el que se reconoció que las mujeres y hombres jóvenes tienen que intervenir activamente en la implementar la Agenda 2030 y en lograr la igualdad de género.

Fuentes: Adolwa et al. (2012); ONU-Mujeres (2016c); UNFPA (2014).

Se necesita una representación igulitaria de mujeres docentes y líderes en los sectores educativos 

Los estudios confirman la importancia de los modelos de roles femeninos en las escuelas y las profesiones. Las estudiantes de los cursos introductorios de ciencias y matemáticas en los Estados Unidos obtenían mejores resultados si quienes los enseñaban eran mujeres, y estaban más dispuestas a seguir carreras de las disciplinas de STEM (Carrell et al., 2009). Observar e interactuar con mujeres expertas en estos campos hicieron mejorar las actitudes de las estudiantes hacia dichas disciplinas (Stout et al., 2011). La proporción de mujeres docentes también es un indicador de los avances hacia la igualdad de género, en especial en los países con ingresos más bajos. En los países con normas de género más rígidas, las mujeres docentes pueden atraer a las niñas hacia la escuela y mejorar sus resultados educativos (UNESCO, 2015a). Pero, la presencia de mujeres docentes es muy desequilibrada en los distintos niveles educativos y entre los distintos países (Figura 19). En conjunto, el 94% de los docentes de preescolar son mujeres, frente al 64% en la enseñanza primaria, el 56% en el primer ciclo de la enseñanza secundaria y el 50% en el segundo ciclo de secundaria. En el segundo ciclo de la educación secundaria, el porcentaje de mujeres varía desde un 83% en Myanmar a solo 4% en Liberia.

Figura 19

El problema del liderazgo equitativo desde la perspectiva de género es una preocupación mayor en el terreno de la educación. Las mujeres siguen teniendo una baja representación en los puestos de gestión de alto nivel, en los consejos escolares y en los ministerios de educación, tanto en los países ricos como en los pobres (UNESCO, 2015b). En el 2015, las mujeres ocupaban 69 puestos de ministros de educación (Unión Interparlamentaria, 2015). Incluso en los países con una mayoría de docentes mujeres, en proporción menos mujeres que hombres alcanzan posiciones de dirección en el sistema educativo (UNESCO, 2015b). En la mayoría de los países con datos disponibles, el porcentaje de mujeres en puestos de gestión en las escuelas es muy alto en la enseñanza preescolar, pero desciende considerablemente en la educación primaria y el primer y segundo ciclos de la enseñanza secundaria, incluso en países conocidos por su alto nivel de igualdad de género, como Finlandia. La diferencia promedio en la proporción de mujeres en cargos directivos en las escuelas de primaria y de segundo ciclo de secundaria alcanza los 45 puntos porcentuales. En la República de Corea, en el 2013, el porcentaje de personal docente femenino desciende del 93% en preescolar al 23% en el primer ciclo de secundaria y al 9% en el segundo ciclo de secundaria (Figura 20).

En el 2015, las mujeres ocupaban 69 puestos de ministros de educación Click to Tweet

Figura 20

Estas tendencias tienen implicaciones muy diversas para las niñas y los niños y el personal docente. La baja proporción de docentes hombres en los niveles inferiores de la educación perpetúa el estereotipo que atribuye a las mujeres el cuidado de los pequeños y contribuye al entendimiento de los niños del concepto de género. En la enseñanza primaria hay más directores y administradores hombres que docentes hombres, lo cual también sugiere que es más frecuente que los hombres sean ascendidos a puestos de gestión que las mujeres (Kubacka, 2014).

 

Para desafiar y modificar las estructuras de poder basadas en el género es esencial involucrar a los hombres y a los chicos

La participación de las mujeres en materia de liderazgo y toma de decisiones resulta crucial, pero los hombres que desempeñan puestos influyentes pueden y deben desafiar las dinámicas desiguales de poder desde la perspectiva de género que se producen en los sectores y las instituciones formales, así como en las comunidades, familias, grupos de amigos y relaciones íntimas (MenEngage Alliance et al., 2015). Los hombres y los chicos pueden manifestarse acerca de la violencia basada en género y la discriminación de género (UNESCO, 2015b) y contribuir a crear sociedades más inclusivas y justas.

En África Subsahariana se dan dos ejemplos útiles. En el año 2006 se creó el Centro de Recursos para Hombres de Rwanda con la finalidad de promover la “masculinidad positiva” y ocuparse de cuestiones de género. Ha formado a 3.000 hombres y mujeres — oficiales electos, que desempeñan cargos de todo nivel en la administración local y con influencia en sus comunidades— para rechazar la violencia (ONU-Mujeres, 2013a). La iniciativa de capacitación de MenEngage en África, establecida en el 2012, se propone crear una red de dirigentes y defensores de la justicia de género, para fomentar la igualdad de género y los derechos humanos. En sus sesiones de formación anuales sobre género, salud pública y derechos humanos han participado 75 mujeres y hombres de más de 20 países africanos. Entre los participantes hay activistas, jóvenes dirigentes, funcionarios y periodistas (Sonke Gender Justice, 2016).

IGUALDAD DE GÉNERO EN LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Comprender las cuestiones de género y adquirir las habilidades para abordarlas son elementos necesarios no solo para el liderazgo sino también para participar en los procesos políticos de la vida cotidiana, como emitir el voto, obtener acceso a los servicios y reclamar los derechos sociales y legales.

La educación facilita la participación y la representación política

La educación formal puede suministrar información a los jóvenes acerca de los procesos sociales y políticos esenciales, y de su derecho a participar en ellos. Todos los aspectos de la educación y del aprendizaje a lo largo de toda la vida son esenciales para la adquisición de conocimientos políticos. Emitir el voto es una forma directa de participación política, y puede prevenir y mitigar tensiones sociales, al proporcionar una alternativa democrática al enfrentamiento y a la violencia. Es también un indicador del grado de democracia y representatividad de las mujeres, y de todos los demás grupos. Sin embargo, en varias democracias jóvenes es menos probable que las mujeres voten que los hombres, lo que puede estar relacionado a que el derecho
de voto de las mujeres se ha logrado hace poco, como sucede en el Oriente Medio. También una educación de baja calidad, los problemas de acceso a la información y la falta de concientización o comprensión sobre la importancia del voto pueden impedir que las mujeres (y los hombres) ejerzan su derecho al voto. Otros obstáculos al voto femenino son tener que quedarse en casa a cuidar de la familia, las normas culturales que restringen la capacidad de las mujeres para desplazarse hasta las urnas y que sean los hombres de la familia quienes escojan el candidato por el que hay que votar (Brody, 2009).

Las iniciativas de la educación no formal pueden contribuir a elevar el nivel de concientización y conocimientos. En Pakistán, antes de las elecciones generales del 2008, se lanzó una campaña no partidista de concientización puerta a puerta, por la que se informaba a las mujeres de la importancia del voto y el carácter secreto de este. Se encontró que las mujeres que habían recibido dicha información tuvieron una probabilidad de emitir su voto mayor en 12 puntos porcentuales que aquellas que no la habían recibido, y la probabilidad de elegir un candidato de forma independiente era aún mayor (Giné y Mansuri, 2011). En Kenya, un programa que otorga becas por mérito a chicas pertenecientes a grupos étnicos políticamente marginados consiguió incrementar su participación en la educación secundaria y su nivel de conocimientos políticos (Friedman et al., 2011).

Es necesaria la participación inclusiva en todos los procesos sociales y políticos

Votar es una forma importante de participar en la vida política, pero normalmente las elecciones solo se producen cada cuatro o cinco años. Hay que facilitar asimismo el involucramiento y la participación en política en los períodos entre elecciones. La educación hace más probable que los ciudadanos descontentos expresen sus inquietudes a través de movimientos cívicos no violentos, como pueden ser las protestas, el boicot, las huelgas, los mítines y las manifestaciones, así como la no cooperación y la resistencia en cuestiones sociales (Østby y Urdal, 2010; Shaykhutdinov, 2011).

Desde la primavera árabe hasta el movimiento de ocupación y las protestas masivas en las calles de Brasil y Turquía, la gente utiliza cada vez más tácticas pacíficas para desafiar los sistemas políticos y económicos opresivos, corruptos e injustos. La participación activa e inclusiva en los procesos políticos permite que se oigan las diversas voces existentes y ayuda tanto a las mujeres como a los hombres a comprender e involucrarse pacíficamente en las causas que subyacen a los problemas sociales, a nivel local, nacional y mundial. También contribuye a que el electorado y el sistema de gobierno representen mejor a la sociedad, requiere a las autoridades a que rindan cuentas de forma más eficaz y ayuda a que se cumplan los derechos estipulados en las constituciones (UNESCO, 2016d).

Otro ejemplo de participación política no tradicional lo constituye el trabajo realizado por Shack/Slums Dwellers International (SDI), una red mundial de federaciones de comunidades de barrios marginales que actúa en 33 países africanos, asiáticos y latinoamericanos. Su objetivo es promover los derechos de los pobres de zonas urbanas a través de un enfoque participativo, involucrándolos en la toma de decisiones sobre asuntos de las comunidades y buscando mejorar la participación de las mujeres. Las mujeres, vistas como tomadoras de decisiones públicas y agentes de cambio, son alentadas a gestionar grupos de ahorro comunitarios, los cuales son usados para promover mujeres líderes, y se involucran en enumerar y mapear y los asentamientos informales para hacerlos más visibles. Su participación en estos procesos les da una información precisa de las prioridades y necesidades de las comunidades y facilita sus interacciones con la administración local (Bradlow, 2015; Patel y Mitlin, 2010).

En Pakistán las mujeres que participaron en la campaña sobre concientización de voto previa a las elecciones generales del 2008 tuvieron una probabilidad 12 puntos porcentuales más altas de emitir su voto Click to Tweet

PARTICIPACIÓN INCLUSIVA EN LA CONCIENTIZACIÓN Y LA PRESERVACIÓN AMBIENTAL

Para alcanzar un desarrollo pacífico, estable y sostenible es necesario afrontar el cambio climático y las presiones sobre los recursos naturales. Las estrategias en ese sentido requieren cooperación y solidaridad en la sociedad entre las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños, a pesar de las diferencias de contextos e ideológicas, siendo también necesario tener en cuenta e incorporar la diversidad de experiencias y conocimientos.

Los estudios sugieren que los países con mayor representación parlamentaria femenina suelen ser más proclives a ratificar los acuerdos internacionales sobre medio ambiente Click to Tweet

Las mujeres tienen que ser socias activas en la construcción de resiliencia y sostenibilidad medioambiental

 

Los estudios sugieren que las mujeres sienten mayor preocupación por el medio ambiente que los hombres y prestan mayor apoyo a las políticas a favor
de este. También indican que los países con mayor representación parlamentaria femenina suelen ser más proclives a ratificar los acuerdos internacionales sobre medio ambiente (PNUD, 2011, 2012). La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) defiende la incorporación de la perspectiva de género en la planificación de las políticas y la ejecución de los programas de reducción del riesgo de desastres, y reconoce que las mujeres, al igual que los hombres, han de ser socios activos en la prevención de la degradación del medio ambiente. En Viet Nam, la iniciativa sobre fortalecimiento de la capacidad institucional en la gestión del riesgo de desastres pretende que las mujeres estén representadas de manera eficaz y sean oídas a todos los niveles de la gestión del riesgo de desastres, incluida la más alta dirección. En el 2014, más de 200 mujeres recibieron formación para realizar las evaluaciones de riesgo de desastres en sus comunidades y ayudar así a la prevención de los desastres naturales locales y a la aplicación de los planes de control (PNUD, 2016).

Las mujeres, las chicas, los hombres y los chicos disponen de competencias importantes y capacidad suficiente para prepararse ante una crisis, responder a ella y recuperarse posteriormente, así como para liderar el cambio en la creación de resiliencia y la gestión del riesgo (HFA2, 2014; UNISDR, 2016). Se necesitan procesos de participación significativos para que pueda oírse la voz de todos los miembros de las comunidades y puedan surgir líderes representativos. Wagucha es una organización de base de mujeres en Honduras que capacita a mujeres líderes para que identifiquen colectivamente los retos que plantea la reducción del riesgo de desastres, realizar una gestión sostenible de los recursos naturales y fomentar la promoción política.

Usando un enfoque participativo, las mujeres reducen la vulnerabilidad de sus comunidades gracias a los conocimientos y prácticas de la cultura local, con el fin de afrontar los desafíos ecológicos locales. De momento, en Honduras, del trabajo de Wagucha se han beneficiado directamente 3.200 personas, y otras 16.000 lo han hecho indirectamente (Comisión Huairou, 2015).

La educación formal es importante para ampliar los conocimientos medioambientales y cambiar los comportamientos

La educación formal de buena calidad puede ayudar a mitigar el cambio climático y a modificar los comportamientos. Puede contribuir asimismo a prepararse para el cambio climático y para responder a su impacto. La educación puede equipar a los jóvenes con las competencias y conocimientos que les permitan comprender e involucrarse en los problemas medioambientales y a llevar a cabo las acciones adecuadas para hacerles frente, tales como el reciclaje, la conservación de la energía y el uso eficiente de los recursos hídricos.

La educación también puede preparar mejor a la gente ante los riesgos naturales. En gran medida, se carece de información sobre el nivel educativo de los afectados por desastres naturales, pero allí donde se dispone de ella queda claro que cuanto más elevado es el nivel de educación de las personas,
mayor acceso tienen a recursos socioeconómicos,mayor es la conciencia del riesgo, mayor es el nivel de preparación para responder adecuadamente y menores son las pérdidas cuando se produce el desastre. Un extenso análisis realizado recientemente a escala mundial sobre vulnerabilidad ante los desastres demostró que los países con una mayor proporción de mujeres con estudios de enseñanza secundaria o más, en particular, presentaban tasas de mortalidad provocada por desastres bastante más bajas (Lutz et al., 2014), posiblemente debido al papel que desempeñan las mujeres en la mejora de la comunicación y el intercambio de información entre los miembros de la familia y la comunidad (Muttarak y Pothisiri, 2013).

El involucramiento de las comunidades eleva la concientización medioambiental

La educación formal no es la única vía para mejorar la concientización medioambiental. Los conocimientos tradicionales, locales e indígenas son valiosos para los sistemas de alerta temprana de desastres, el funcionamiento de los ecosistemas, la adaptación al cambio climático y la resiliencia (Sheil et al., 2015). La función de las mujeres es básica en la transmisión de conocimientos. Las mujeres del grupo Arakmbut de la Amazonía el Perú transmiten sus conocimientos a las jóvenes generaciones sobre métodos de conservación, uso sostenible de los recursos y señales de alerta de fenómenos naturales (Magni, 2016). Es importante aprender de las comunidades indígenas, para poder adaptarse al cambio climático, generar una mayor resiliencia ante los desastres y ayudar a prevenir en el futuro la degradación del planeta.

Los proyectos innovadores se inspiran en los conocimientos locales e indígenas, al tiempo que mejoran las capacidades de las mujeres y su participación en iniciativas medioambientales (Centro para la educación medioambiental de Australia, 2016). Desde el 2002, una campaña llamada “Bosques sanos, niños sanos” ha formado a más de 14.000 mujeres de 800 localidades de América Central en la adquisición de capacidades asociadas al procesamiento de la nuez maya, con el fin de revitalizar este antiguo alimento y proporcionar información sobre los beneficios que tiene para la salud y sobre la importancia de la conservación de los bosques (Bovarnick et al., 2010). Hasta 2013 han recibido capacitación más de 800 mujeres de 64 países de Asia, África, América Latina y el Oriente Medio, a través del programa sobre ingeniería solar delBarefoot College, en cursos de seis meses de duración dirigidos a mujeres mayores del área rural y orientados a la utilización de la energía solar en la electrificación de las aldeas (Remedios y Rao, 2013). En Etiopía, en el marco de un programa ejecutado en la región de Trigay, donde la deforestación y la mala gestión de la tierra y los recursos hídricos provocan la degradación del suelo, han recibido formación mujeres de las zonas más desfavorecidas, con el fin de reforzar su capacitación sobre producción ganadera, bosques y conservación de los suelos, mejorando así el rendimiento de los cultivos y la seguridad alimentaria e hídrica (PNUD, 2013).

Los países con una mayor proporción de mujeres con estudios de enseñanza secundaria o más, en particular, presentan tasas de mortalidad provocada por desastres bastante más bajas Click to Tweet