Introducción
La igualdad y la desigualdad de género afectan a la vida cotidiana de todos, a sus relaciones, opciones y decisiones, así como a la libertad de poder vivir o no una vida que valoran. La igualdad de género forma parte de la justicia social y de los derechos humanos. Sirve de impulso para el fomento del progreso, y resulta vital para la consolidación de sociedades pacíficas, inclusivas, resilientes y justas.
El concepto de igualdad entre mujeres y hombres fue articulado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y posteriormente fue reforzado mediante acuerdos internacionales, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) de 1979 y la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995. Se ha avanzado, y sin embargo sigue sin alcanzarse una igualdad de género sustancial.
En el 70° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrado en septiembre de 2015, la comunidad internacional adoptó una nueva agenda para el desarrollo global, Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, con el fin de proteger los derechos humanos y promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas (Naciones Unidas, 2015a).
Para lograr una igualdad de género sustancial y duradera es preciso llevar a cabo actuaciones urgentes y audaces en el marco de la nueva agenda (Recuadro 1), comprender cómo las sociedades generan y refuerzan en lo cotidiano normas discriminatorias, estereotipos y prácticas relacionadas con el género. También requiere conocer los valores propios, los de la comunidad y la sociedad que nos rodea, así como los valores de los demás en otras partes del mundo. Es más, es necesario emprender actuaciones transformadoras que corrijan las desigualdades de género fuertemente enraizadas y complejas.
Es necesario emprender actuaciones transformadoras que corrijan las desigualdades de género fuertemente enraizadas y complejas
La educación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida, definido en sentido amplio para que incluya el aprendizaje formal, no formal e informal, desempeñan un papel crucial en la consecución de la igualdad de género. La educación puede dar lugar a desigualdades de género y potenciar estereotipos tanto en los comportamientos como en los enfoques, o puede ser un catalizador del cambio que proporcione a los individuos la posibilidad y la capacidad de cuestionar y modificar actitudes y prácticas discriminatorias. A medida que nos adentramos en una nueva era del desarrollo internacional, enmarcado en los avances en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se van aclarando los vínculos existentes entre educación e igualdad de género, a partir del reconocimiento, desde el mismo inicio del movimiento en torno a la Educación para Todos (EPT), de que mejorar la educación de las niñas y garantizar oportunidades equitativas en la educación de niñas y niños son elementos necesarios para la justicia social a escala global.
Para la nueva agenda internacional de desarrollo sostenible, la educación y la igualdad de género constituyen preocupaciones básicas. El Marco de Acción Educación 2030, suscrito por la comunidad educativa mundial en noviembre del 2015, en sintonía con la agenda para los ODS, reconoce que la igualdad de género está íntimamente ligada al derecho a la educación para todos y que para alcanzar la igualdad de género se requiere un enfoque que “garantice no solo que las niñas, los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias en la educación y mediante ella” (UNESCO 2016a, p.28).
Todas las mujeres, las niñas, los niños y los hombres han de tener la posibilidad de participar activamente en la sociedad, de que se oigan sus voces y se satisfagan sus necesidades (ONU-Mujeres, 2016a).
Para facilitar y alcanzar estos objetivos, es necesario disponer de conocimientos basados en evidencia, acerca de los temas relacionados con el género en el ámbito de la educación y mediante ella. El Resumen sobre Género del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) identifica y se centra principalmente en los desafíos a los que han de hacer frente las niñas y las mujeres a causa de las desventajas globales y desproporcionadas que siguen experimentando en su período de formación y después de él. Pero tiene presente asimismo que los niños y los hombres pueden sufrir desventajas de género, y que la igualdad de género también afecta a los varones, a sus relaciones y al poder. Por tanto, todos debemos participar en lograr la igualdad de género.
En el Resumen sobre Género se examinan las tendencias a escala mundial y regional que han de permitir alcanzar la paridad en el acceso a la enseñanza, la participación y la obtención de determinados resultados del aprendizaje, y se refuerza la idea de que se puede avanzar mucho. A continuación, el Resumen se centra en el debate basado en evidencia acerca de las relaciones entre educación, género y desarrollo sostenible, y se abordan aspectos relativos al liderazgo y a los compromisos laborales, cívicos y políticos, así como a la salud y el bienestar. El Resumen concluye aportando vías de avance y planteando, basándose en la evidencia y los datos, qué acciones deben iniciarse para lograr sociedades más igualitarias desde el punto de vista del género y cómo puede medirse dicho avance.
La desigualdad de género nos afecta a todos, y todos debemos participar en lograr la igualdad de género
Recuadro 1
Igualdad de género y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el desarrollo global y los objetivos medioambientales convergen en un marco único. La finalidad es abordar los retos clave de los derechos humanos en el siglo XXI, incluyendo la pobreza y la desigualdad. Para su elaboración se siguió un proceso participativo de amplia consulta en el que participaron organismos de las Naciones Unidas, grupos de trabajo intergubernamental, expertos técnicos y académicos, organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y otros representantes de la sociedad civil. En las “conversaciones globales” participaron casi dos millones de personas de 88 países.
La Agenda 2030 proclama una nueva era para los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Su contenido ha sido elogiado por quienes trabajan en el área del género y desarrollo, ya que su compromiso es hacer realidad los derechos humanos de la gente— mujeres, niñas, niños y hombres, incluidos los más desfavorecidos. El principio de “no dejar a nadie atrás” se encuentra en el centro mismo de la Agenda y se asienta en la creencia colectiva de que los logros del desarrollo tienen que ser compartidos por todos, de forma que la orientación de la Agenda pasa de la igualdad de
oportunidades a la igualdad de resultados.
Las metas del objetivo independiente relativo al género, el ODS 5, son básicas para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres—una condición para alcanzar todos los ODS, incluidos el ODS 4 sobre la educación de calidad para todos, el cual incluye a su vez una meta centrada en la igualdad de género en la educación, y el ODS 8 sobre crecimiento económico y trabajo decente para todos.
La ONU-Mujeres defiende que la incorporación de la perspectiva de género es una estrategia esencial para alcanzar el ODS 5 y el desarrollo sostenible, y que la igualdad de género es una idea crucial que debe incorporarse a las estructuras y prácticas de todas las instituciones de la sociedad. En los gobiernos nacionales y locales, la incorporación de la perspectiva de género puede hacer que se aborde la igualdad de género en y entre distintos sectores, al integrar una perspectiva de género en las políticas, la planificación y los presupuestos de los diversos ministerios. Estas iniciativas requieren recursos adecuados, concientización y formación de mujeres y hombres en estrategias sensibles al género y presupuestos capaces de dar respuesta a las cuestiones de género.
Para que se cumplan los objetivos de la Agenda 2030 y para que se logre la igualdad de género y el empoderamiento de las niñas y las mujeres, hay que afrontar desafíos sobre el carácter complejo y transversal de la desigualdad; romper barreras que provocan que las personas, especialmente las más desfavorecidas, “se queden atrás”; poner en marcha políticas sólidas y eficaces; garantizar la distribución adecuada de los recursos; conseguir una recolección eficiente de datos y elaborar sistemas de seguimiento y evaluación; así como potenciar actuaciones colectivas e inclusivas.
Fuentes: Sweetman et al. (2016); ONU-Mujeres (2014, 2016b); UNESCO (2015b, 2016a); Naciones Unidas (2015a).
Prólogo
En mayo de 2015, el Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Incheon (República de Corea), congregó a 1.600 participantes de 160 países con una sola finalidad en mente: cómo asegurar para 2030 una educación de calidad, equitativa e inclusiva y un aprendizaje durante toda la vida para todos.
La Declaración de Incheon a favor de la Educación 2030 ha sido decisiva para trazar el objetivo de desarrollo sostenible que se refiere a la educación, consistente en “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. En ella se encomienda a la UNESCO el liderazgo, la coordinación y el seguimiento de la agenda Educación 2030. También se insta a que el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (el Informe GEM) aporte un seguimiento e informe con independencia del objetivo de desarrollo sostenible relativo a la educación (el ODS 4) y sobre la educación en los demás ODS, para los 15 años próximos.
La finalidad última de esta agenda es no dejar a nadie atrás. Para ello se necesitan datos robustos y un seguimiento riguroso. La edición de 2016 del Informe GEM proporciona a los gobiernos y a las personas encargadas de formular políticas una perspectiva valiosa para hacer el seguimiento del progreso hacia el ODS 4 y acelerarlo, basándose en los indicadores y las metas que tenemos y midiendo el éxito general por el grado de equidad y de inclusión alcanzado.
El presente Informe deja meridianamente claros tres mensajes:
En primer lugar, que hay una necesidad apremiante de nuevos enfoques. De proseguir la tendencia actual, solo el 70% de los niños de los países de bajos ingresos terminarán la enseñanza primaria en 2030, objetivo que se debería haber alcanzado en 2015. Nos hacen falta la voluntad política, las políticas, la innovación y los recursos para oponernos a esa tendencia.
En segundo lugar, que, si nos tomamos realmente en serio el ODS 4, tenemos que actuar sabedores de que corre urgencia hacerlo, y comprometiéndonos a largo plazo. El que no lo hagamos así no solo repercutirá negativamente en la educación, sino que además estorbará el avance hacia todos y cada uno de los objetivos del desarrollo: la reducción de la pobreza, la erradicación del hambre, la mejora de la salud, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, la producción y el consumo sostenibles, unas ciudades resilientes y unas sociedades más iguales e inclusivas.
Por último, que debemos cambiar fundamentalmente la manera como concebimos la educación y su función en el bienestar humano y el desarrollo mundial. Ahora más que nunca, la educación tiene la responsabilidad de fomentar el tipo adecuado de competencias, actitudes y comportamientos que llevarán al crecimiento sostenible e inclusivo.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible nos exhorta a concebir respuestas holísticas e integradas a los muchos desafíos sociales, económicos y ambientales que afrontamos. Esto es, a ir más allá de nuestras fronteras tradicionales y crear asociaciones y alianzas intersectoriales eficaces.
Un futuro sostenible para todos habrá de ser un tiempo de dignidad humana, de inclusión social y de protección del medio ambiente. Un futuro en el que el crecimiento económico no agrave las desigualdades, sino que cree prosperidad para todos; en el que las zonas urbanas y los mercados de trabajo se conciban de manera que empoderen a todos y en donde las actividades económicas, de las comunidades y de las empresas tengan una orientación ecológica. El desarrollo sostenible es la creencia de que no puede darse desarrollo humano sin un planeta en buen estado de salud. Emprender la nueva agenda de los ODS nos impone a todos reflexionar acerca de la finalidad última de aprender durante toda la vida. Porque no hay nada que se acerque al poder que tiene la educación, si se realiza correctamente, de criar ciudadanos empoderados, reflexivos, comprometidos y competentes, capaces de trazar el camino a seguir hacia un planeta más seguro, más ecológico y más justo para todos. Este nuevo informe aporta elementos de prueba pertinentes para enriquecer los debates y elaborar las políticas que se necesitan para hacer que semejante futuro sea realidad para todos.
Irina Bokova
Directora General de la UNESCO
Prólogo
El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) 2016 es magistral e inquietante a la vez. Es un informe voluminoso, exhaustivo, profundo y penetrante, aunque también perturbador. En él se afirma que la educación es un aspecto esencial del desarrollo sostenible y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), demostrando claramente lo mucho que distamos de alcanzar los ODS. Este informe debería hacer sonar la alama en todo el mundo y conducir a una intensificación histórica de las medidas encaminadas a lograr el ODS 4. En el Informe GEM se demuestra con autoridad que la educación es el elemento más indispensable de todas las dimensiones del desarrollo sostenible. La mejora de la educación da lugar a una mayor prosperidad, a una agricultura más productiva, a mejores resultados sanitarios, a una disminución de la violencia, a una mayor igualdad de género, al aumento del capital social y a un entorno natural más sano. La educación es fundamental para ayudar a la gente de todo el mundo a entender por qué el desarrollo sostenible es un concepto tan vital para nuestro futuro común. La educación nos brinda los instrumentos –económicos, sociales, tecnológicos e incluso éticos– esenciales para asumir los ODS y realizarlos. Estos hechos se enuncian y exponen con un lujo de detalles admirable y excepcional a lo largo del informe, que nos proporciona una gran cantidad de información en sus cuadros, gráficos y textos. Sin embargo, en el informe también se pone de relieve el enorme desfase que existe entre la situación actual del mundo en materia de educación y lo que este se ha comprometido a lograr de aquí a 2030. Las disparidades entre los logros educativos de los ricos y los pobres, dentro de los países y entre ellos, son sencillamente alarmantes. En muchos países pobres, los niños desfavorecidos se enfrentan a obstáculos casi insuperables en las circunstancias actuales. No tienen libros en casa, carecen de acceso a la educación preescolar y sus escuelas no disponen de electricidad, agua, saneamiento, maestros cualificados, manuales ni ninguno de los demás elementos necesarios para una educación básica, y mucho menos una educación de calidad. Las consecuencias son sobrecogedoras. A pesar de que el ODS 4 insta a la terminación universal de la enseñanza secundaria de segundo ciclo para 2030, la actual tasa de terminación de ese ciclo en los países de bajos ingresos no supera el 14% (Cuadro 10.3 del informe completo).
En el Informe GEM se realiza un ejercicio importante que consiste en determinar cuántos países alcanzarán el objetivo de 2030 de acuerdo con su trayectoria actual, o incluso según el ritmo del país que logra los progresos más rápidos en la región. La respuesta es preocupante: debemos realizar progresos sin precedentes inmediatamente si queremos tener una oportunidad de alcanzar el ODS 4. Los cínicos dirán tal vez “ya se lo advertimos, el ODS 4 es simplemente imposible de alcanzar”, y propondrán que aceptemos esa “realidad”. Sin embargo, como se insiste numerosas veces en el informe, esa complacencia es imprudente e inmoral. Si dejamos a la generación joven actual privada de una educación adecuada, la condenamos y condenamos al mundo a la pobreza, a los desastres ambientales e incluso a violencia social y la inestabilidad durante los próximos decenios. No hay excusa para la complacencia. El mensaje que transmite este informe es que tenemos que actuar juntos para acelerar los logros en el plano educativo a un ritmo sin precedentes.
Una de las claves de esa aceleración es la financiación. Una vez más, la lectura del informe es aleccionadora. Actualmente la ayuda para el desarrollo dedicada a la educación es inferior a la prestada en 2009 (Figura 20.7 del informe completo). Ello es el signo de una corta visión de futuro por parte de los países ricos. ¿Creen realmente esos países donantes que están “ahorrando dinero” al reducir la inversión en la ayuda a la educación para los países
de bajos ingresos del mundo? Después de leer este informe, los dirigentes y los ciudadanos de los países de altos ingresos serán muy conscientes de que invertir en la educación es fundamental para el bienestar del planeta y que la cuantía actual de la ayuda, que asciende a unos 5.000 millones de dólares estadounidenses anuales para la enseñanza primaria, es decir, solo 5 dólares por persona al año en los países ricos, es una inversión trágicamente insuficiente para garantizar el desarrollo sostenible y la paz en el mundo en el futuro.
En el Informe GEM 2016 se presenta un gran número de ideas, recomendaciones y normas para avanzar y se formulan sugerencias muy valiosas sobre la manera de seguir y medir los progresos logrados en la realización del ODS 4. Se demuestra, por ejemplo, que se puede contar con instrumentos de medición mucho más afinados de los recursos, la calidad y los resultados de la educación que los instrumentos a menudo rudimentarios, como la tasa de matrícula o de finalización de la enseñanza, que se utilizan actualmente. Al emplear datos más abundantes, instrumentos de encuesta más eficaces, medios de seguimiento de las instalaciones y tecnologías de la información, podemos obtener mediciones mucho más matizadas del proceso y los resultados de la educación a todos los niveles.
Hace 15 años el mundo reconoció finalmente la magnitud de la epidemia del SIDA y otras emergencias sanitarias y adoptó medidas concretas para intensificar las intervenciones de salud pública en el contexto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. De ese modo, surgieron iniciativas importantes, como el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (denominada actualmente Gavi, la Alianza para Vacunas) y otros muchos ejemplos. Esos esfuerzos condujeron a un aumento espectacular de las intervenciones y la financiación en el ámbito de la salud pública. A pesar de que ello no permitió realizar todo lo que se podía hacer (principalmente porque la crisis financiera de 2008 puso fin al incremento de la financiación en la salud pública), dio lugar a muchos avances cuyos efectos se siguen notando hoy día.
El Informe GEM 2016 se debe considerar un llamamiento similar a la acción en favor de la educación como elemento central de los ODS. Mi opinión, que he repetido a menudo durante los dos últimos años, es que se ha de crear urgentemente un fondo mundial para la educación que se inspire en las enseñanzas positivas extraídas del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria. La limitación financiera es el quid del problema de la educación, y en este informe se pone claramente de manifiesto a través de cada elemento de datos transnacionales y basados en los hogares.
Este documento convincente nos insta a responder a la oportunidad y la urgencia del objetivo mundial proclamado en el ODS 4: una educación universal de buena calidad para todos y oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Aliento a la gente de todo el mundo a estudiar minuciosamente este informe y a tomarse en serio los mensajes esenciales que contiene. Lo más importante es que actuemos juntos a todos los niveles, desde la comunidad local hasta la comunidad mundial.
Jeffrey D. Sachs
Asesor Especial del Secretario General de las Naciones
Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible